martes, 14 de octubre de 2008

SIN FIN EL CANTO MUERE



Sin fin el canto muere
estira su piel en ademán revolucionario,
sonríe,
confieso
escribí mirando al occidente,
los tres puntos cardinales coordinaron la caída
precipitándose esa noche de almidón dormido.
Luz reflejo tu pelo inútil
entonces la muchedumbre surgió
como una espiral hermafrodita,
brotó en una pala de abrazo abierto
gritando viento innato.
Escatológicas sombras me siguieron
por aquel tiempo de manantial indescifrable.
La exangüe rueda
de una carreta que servía de masetero
me pedía a gritos que te fueras de aquel país
yo omití su dialecto
y seguí vagando por la endémica selva
de clorofilas humeantes.
Fue cuando el Vaticano
presuroso se bajó
de su endometrio cisurado
pidiendo una revolución de coral
y resurrección de corteza
volviendo a hundir con lo oscuro...

y regresó la duda.

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