Evaporados los ojos
un pastor como tallado en madera
agita en alto
un violín de números y su vos.
Recuerda dormido
la herencia del silencio
que como un aceite
se desliza frágil
a los suburbios del cristal
y murmurándose al ombligo
babea el perfume de una campana
que agoniza entre los labios de un cangrejo.
¡¿Cómo estaremos después del relámpago?!
Carbonizados como el sueño de la luciérnaga
o somnolientos como la pipa de un capitán jubilado?
Pienso que ajados
caminado por los cementerios del sonido
estirando la delgadez de la luna
dentro de un zapato hueco.
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