viernes, 16 de enero de 2009

INVALIDO

Invalido de deseos
hasta entonces mi cuerpo exangüe solitario caminaba
fundando un desierto de tristeza sin llantos, arenas y medanos,
así estos pasos sedientos siguieron el rastro de un manantial misterioso que emanaba de tu boca como una oración,
de alguna manera esquiva y espantosa bebí con desdeño el caldo furioso de tus mantras
que aquietaban la soledad injusta de este panteón inerme y descolorido,
como una marioneta exiliada de los escenarios, haciéndome bailar sin voluntad en la orfandad después de haberme jurado amor eterno.
Quise golpear los reflejos azules del día tras los vidrios
Y las ventanas volando se escaparon de mis puños como palomas, dejando un sonido de violines tras de si.
Mientras un ángel de alabastro daba saltos terribles sobre pétalos en el jardín de la machi que señaló pachamama de calamina
en dirección al halcón que devoraba constantemente los latidos del arpa de mis costillas
Un colibrí en su garganta escondió la tormenta del arco iris para pintar de arrebol el ocaso de la felicidad.
Mientras un mártir moría de amor derramando el maremoto de su intimidad a una muchedumbre mentirosa.
En tu ausencia nada pude hacer cuando se estrellaban las parras en su geometría alboral libando el cáliz sobre su misterio.
Toda la ciudad estaba tatuada de tu presencia,
y yo como un torreja seguía los eclipses que dejabas cada ves que parpadeabas.
Finalmente debes alegrarte!:
la Catedral se derrumbó entre nuestras(abrazos) manos convirtiendo las cadenas en guirnaldas
y las campanadas de nuestros besos se extinguieron en el cántaro de tu indiferencia.
Cada ves que me mires
desnúdame siempre las cortinas de huiros y centellas que llevo sobre la cicatriz de mi espesura,
incéndiame las velas inquietas para que a la deriva naufrague en tu mar el balandro que fui.
Deja que el murmullo del estero guarde en secreto el canto de las ranas, el trayecto del Pidén y los besos que me regalaste,
Por otra parte, frenético bajo el puente, el río exige el abanico rojo de tu falda
la sandia de tus labios que besaron el estambre de mi faro hasta entonces náufrago del deseo, aferrado a los pilares de tus piernas,
ahora todo esta roto,
la luna en sus mejillas mordió la cerradura con el pedernal de sus colmillos dejando mi alma degollada.
Rebotando entre las aristas de las auroras y las monedas de los dioses me duermo sin arte en las sabanas de tu recuerdo.
De esta manera comprendí al final que tu cariño solo fue la partitura asesina de constelaciones
que derrumbaron ingenuamente con alevosía los capiteles de mi risa.